Tras la apariencia de un cuento de hadas, una bella infantina a punto de ser devorada por un dragón y un valiente príncipe que será su salvador, se esconden muchas referencias históricas de la época de Valle-Inclán, un autor genial y una de las personalidades más interesantes de la Generación del 98.
La cabeza del dragón es, por tanto, un cuento de hadas, que como todos los cuentos, esconde en su interior un gran tesoro. Relata las aventuras del Príncipe Verdemar que, expulsado de su reino, se embarca con la ayuda del Duende en la aventura de rescatar a la Infantina de las garras del Dragón. Estrenada en 1909, formó parte del proyecto de Jacinto Benavente “Teatro de los niños”, al que Valle-Inclán se sumó con vocación reformadora.
El príncipe Verdemar y la Infantina son la nueva generación que se enfrenta a un mundo construido por sus ancestros, lleno de leyes arbitrarias, que los condenan al destierro y a la muerte. Ellos están expuestos a ese mundo hostil. Matar al Dragón, como símbolo de la tradición, es su única salvación.
La práctica teatral implica el aprendizaje y entrenamiento de multitud de competencias: control y expresión del cuerpo y la voz, ritmo, imaginación, creatividad, trabajo en equipo, seguridad, autoestima, confianza…La formación del actor es por tanto una formación global que enriquece todas las áreas de su vida, más allá del escenario. Nuestros alumnos, aprenden a tomar conciencia de su propio cuerpo, de sus límites y posibilidades, aprenden a proyectar su voz, y aprenden a direccionar su energía. Con todo ello empiezan a confiar en sí mismos, a implicarse en un proyecto común, a proponer ideas, y a coordinarse con sus compañeros. Lo viven además como una experiencia emocionante y divertida, lo que tiene un impacto muy positivo que seguro les servirá para toda la vida… Esto es teatro, quien lo probó lo sabe.
DIRECCIÓN
Joaquín Serrano
ILUMINACIÓN Y SONIDO
Lara Carrasco